El desafío ambiental de las baterías y su segunda vida

Afortunadamente, el rumbo que está tomando la sociedad global va en la dirección de satisfacer las demandas medioambientales de producción y almacenamiento de energías limpias. Esto está derivando en la creación de un mundo que va a depender, en buena medida, de la capacidad que se tenga de tener energía portátil, útil para los teléfonos móviles o los coches eléctricos, entre otros objetos.

Las baterías, por tanto, han comenzado a formar parte de ese conjunto de piezas imprescindibles para la vida diaria de las personas. Es necesario, en este sentido, conocer lo que hay detrás de estos avances, cómodos y ecológicos. Y es que este entorno tecnológico se enfrenta a un reto ambiental de grandes dimensiones ¿Qué hacer con una batería que ha terminado su ciclo vital? La respuesta va a depender de la actitud que se tome, si se quiere un futuro más limpio o ir ocultando un grave problema. La gestión de estos residuos, por tanto, debe ser coherente con un mundo mejor.

Índice

1. La importancia de dar una segunda vida a las baterías
2. Cómo funciona el reciclaje de baterías y por qué nos concierne a todos

La importancia de dar una segunda vida a las baterías

Millones de baterías acaban tiradas en vertederos o en contenedores que no están preparados para su correcto reciclado. Esto implica que las sustancias tóxicas que desprenden terminen por afectar al suelo, al agua y, en última instancia, a la salud de todos los habitantes de este planeta.

Desde las pilas usadas en juguetes y electrodomésticos hasta las baterías de los coches eléctricos, todas tienen un enorme impacto medioambiental si no se gestionan o se gestionan mal al finalizar su vida productiva. En este sentido, los avances tecnológicos deben relacionarse con la responsabilidad y la conciencia ecológica.

El reciclaje de baterías debe considerarse como uno de los elementos clave más importantes dentro de la llamada economía circular. Con este trabajo se hace posible recuperar materiales valiosos, como el litio, el cobalto o el níquel, que de otro modo se extraerían de minas con un siempre excesivo coste ambiental.

Sin embargo, este proceso comienza en los hogares, antes incluso que en las fábricas. Hay que saber dónde dejar estas baterías usadas, no van al contenedor amarillo, sino a puntos limpios o espacios habilitados en supermercados o colegios.

Toda batería reciclada implica ahorro de recursos y respeto por el entorno. Muchas de las que ya no sirven para alimentar un coche eléctrico, por ejemplo, pueden transformarse en sistemas de almacenamiento de energía en viviendas o instalaciones solares, alargando su vida y contribuyendo a un modelo energético más limpio.

Cómo funciona el reciclaje de baterías y por qué nos concierne a todos

Reciclar es un acto técnico y de conciencia. Como es sabido, las pequeñas pilas domésticas contienen metales como mercurio o cadmio, capaces de contaminar miles de litros de agua si acaban en la basura común. Este es el motivo fundamental por el que los contenedores específicos deben ser utilizados apropiadamente. Estos espacios de depósito van a permitir que los componentes se separen y traten de manera segura.

La tecnología avanza a buena velocidad ideando métodos eficaces que logran recuperar hasta el 90 % de los materiales útiles de una batería. En concreto, proyectos europeos de urban mining (minería urbana) demuestran que es posible obtener metales valiosos a partir de residuos electrónicos, reduciendo, de este modo, la necesidad de abrir nuevas minas.

El cambio vendrá si trabajan en equipo la ciencia y las personas. Cada batería depositada en su contenedor evitará una contaminación que tarda siglos en desaparecer. Cada vez que un niño aprende a reciclar una pila, y entiende el motivo, se está formando a un ciudadano más consciente.